11 de diciembre, Día Internacional de las Montañas
11 diciembre, 2019Hoy, 11 de diciembre es el Día Internacional de las Montañas y el equipo de +8000 me deja este espacio en blanco para que cuente qué significa para mí la montaña. Pues bien…
Tengo la suerte de haber nacido en Aragón. Una Comunidad con un entorno único y rodeado de magia. Con el Parque nacional de Ordesa y Monte Perdido a lo equivalente a 10 paradas en metro o el Valle de Benasque a una cabezada en coche.
Aunque siendo sincera, no fui consciente de dónde vivía hasta que me mudé a Madrid (hace ya 8 años).
Tengo muchos momentos favoritos en la montaña, desde el momento que haces cima, atardeceres en los que pararías el tiempo, vistas 360º que ni el mejor Smartphone puede ‘Instagramear’ o el momento descanso con un bocadillo de jamón (que con suerte lo ha preparado mamá y sabe el doble de mejor) y una Coca Cola.
Para mí la montaña es una prueba constante, tanto física como psicológica, sobre todo cuando el cansancio parece que gana y los ‘venga, un poquito más que ya no queda nada’ pueden a los ‘no puedo más, estoy reventada, quiero parar’.
Otra de las pequeñas cosas que me alucina de la montaña es la gente. Como poco, intercambias un «¡hola/aupa o salut!», y si el saludo termina en conversación, puedes descubrir historias increíbles (para eso necesitaría otro post…)
Y hablando de conversaciones, da la casualidad de que mis conversaciones más ‘intensas’ las he tenido en ella. Supongo que el entorno, los kilómetros compartidos y la paz que me genera crean un clima perfecto para «liberarse». Así que en parte ella y su eco también se han convertido en mis confidentes.
La montaña, desde hace ya dos añitos para mi, también es +8000. Y no sólo por las prendas que me acompañan en cada aventura, sino por el equipo que hay detrás. Gracias a este equipo he tenido la oportunidad de conocer a gente que comparte mi misma afición, expertos en este deporte que te ayudan a mejorar y sobre todo se han multiplicado mis ganas por sumar más experiencias.
Y para acabar y aunque quizás eso sea menos bonito, la montaña también me ha enseñado a ser más responsable y consciente. Consciente de que si queremos seguir disfrutando de ella hay que educar para cuidarla. De que subir al Aneto o hacer un 3.000 no es lo mismo que ir a pasear por El Retiro y por ello, hay que ir bien equipados y acompañados de gente que la conoce bien. Y que el miedo no tiene que ir ni por delante, ni por detrás de nosotros, sino de la mano y controlado.
En definitiva, para mí la montaña es la mejor forma de cargar pilas, renovar energías, conectar con la naturaleza y demostrarme a mi misma que si quiero, lo consigo. Y poder compartir esta afición acompañada de este equipo es de suertuda así que ¡GRACIAS!